miércoles, 31 de octubre de 2012

Diálogo inquietante

- ¿Y ahora, qué va a pasar?
- Te seguiré queriendo.
- ¿Y si tardamos en volver a vernos?
- Te esperaré siempre.
- ¿Y si no volvemos a vernos?
- Eso no voy a dejar que ocurra, corazón mío.
- Ya, pero tú ahora vas a seguir otro camino y eso te alejará de mí.
- Siempre te llevaré en mi corazón, mi vida.
- Amor mío, tengo miedo de perderte.
- Ssssssssssssssssss, calla, ni lo pienses.
- Ya siento tu ausencia, has calado muy dentro de mí, ¿qué me has dado?, me has embrujado ...
- Te quiero.
- Te quiero.

domingo, 21 de octubre de 2012

¡Cómo duele!

Y lloré...
Lloré de rabia, lloré de envidia, lloré de celos.
Abrí suavmente los ojos en la penumbra de la madrugada... las dos... y lloré, lloré de imaginarte en otros brazos.

El sopor me venció, pero la madrugada se encargó de despertarme... las tres... y lloré... lloré de impotencia.

Poco a poco me fui quedando relajado hasta caer en unas profundidades inquietantes... tan inquietantes que abrí los ojos... las cinco y media.... y lloré, lloré con resiganción.

Las siete, casi dormido.... las siete y media. Sonó el despertador. Estaba rendido. Tan rendido que ya no me quedaban fuerzas para llorar.......

¡¡¡¡ Diosssssssssssssss !!!!.... ¡¡¡ Cómo duele querete !!

Pero ya pasó todo, sólo fue una nube de tormenta, ahora de nuevo luce un sol radiante.

miércoles, 17 de octubre de 2012

El viento y el bosque

Movíase el viento con incesante turbulencia buscando un lugar apacible en donde reposar.
Probó uno y mil lugares. Cada sitio le parecía mejor que el anterior, mas en ninguno encontraba el sosiego que andaba buscando.

“Voy más lejos- se decía- seguro que podré descansar pronto”. Y así día tras día, año tras año, con una sensación de inquietante agitación.
“Viento –le dijo un día el agua- cesa en tu empeño de buscar tranquilidad. Tú eres inquieto por naturaleza y nada podrás hacer par cambiarlo”.

El viento se quedó triste, muy triste, casi a punto de abandonar. En esto, divisó a lo lejos un bosquecillo y se dirigió hacia él. Al llegar se internó tímidamente en él, como sin querer, para no asustarlo y poco a poco el viento fue perdiendo intensidad hasta convertirse en un suave murmullo al pasar entre las hojas de los árboles. Y allí se quedó para siempre.

Cuentan que aún se puede oír cómo el viento le susurra al bosque:

Gracias por dejar que se cumpla mi sueño.
Gracias por estar ahí para encontrarte.
Gracias por permitir que forme parte de tu vida.
Gracias por emocionarte con mis palabras.
Gracias por dejarte querer.
Gracias por quererme.
Gracias… gracias…. muchas gracias….. TQM