martes, 19 de julio de 2016

Sopor

El verano avanza y el calor le envuelve en un letargo amodorrado, que sólo le da un respiro por las noches.
La calima actúa como un narcótico y pasa los días adormecido esperando a su príncipe azul que, con un beso, lo devuelva a la realidad.
Lo echa de menos y, aunque nunca lo olvidará, es consciente de que ese beso va a tardar en llegar, si es que llega algún día.

Mientras tanto, entretiene su tiempo bebiendo en otras fuentes que no le calman la sed como la que descubrió una calurosa tarde de verano hace ya algunos años.