viernes, 9 de enero de 2015

Noche mágica


Me resistía a dormir porque tu rostro estaba tan claro que no quería que se difuminara con el sueño.
Poco a poco un espeso sopor se fue adueñando de mi voluntad y yo me aferraba a tu imagen para llevarte conmigo. De la mano de Morfeo atravesé ese punto mágico en el que se confunde la realidad con la ficción.
Y se produjo el milagro.
Tú seguías allí conmigo, habías traspasado del mundo de mi imaginación al mundo de mis sueños… y fui feliz… tan feliz que ahora no quería despertar. Hasta podía sentir un beso tuyo largo, cálido, indescriptible.


Y se produjo de nuevo el milagro. Al despertar seguías presente en mi imaginación y, cómo no, en mi corazón.
Ahora ya sé que estás ahí instalado para siempre.


Buenas noches, amor.