Me resistía a dormir porque tu rostro estaba tan claro que no quería que se difuminara con el sueño.
Poco a poco un espeso sopor se fue adueñando de mi voluntad y yo me aferraba a tu imagen para llevarte conmigo. De la mano de Morfeo atravesé ese punto mágico en el que se confunde la realidad con la ficción.
Y se produjo el milagro.
Tú seguías allí conmigo, habías traspasado del mundo de mi imaginación al mundo de mis sueños… y fui feliz… tan feliz que ahora no quería despertar. Hasta podía sentir un beso tuyo largo, cálido, indescriptible.
Y se produjo de nuevo el milagro. Al despertar seguías presente en mi imaginación y, cómo no, en mi corazón.
Ahora ya sé que estás ahí instalado para siempre.
Buenas noches, amor.
Poco a poco un espeso sopor se fue adueñando de mi voluntad y yo me aferraba a tu imagen para llevarte conmigo. De la mano de Morfeo atravesé ese punto mágico en el que se confunde la realidad con la ficción.
Y se produjo el milagro.
Tú seguías allí conmigo, habías traspasado del mundo de mi imaginación al mundo de mis sueños… y fui feliz… tan feliz que ahora no quería despertar. Hasta podía sentir un beso tuyo largo, cálido, indescriptible.
Y se produjo de nuevo el milagro. Al despertar seguías presente en mi imaginación y, cómo no, en mi corazón.
Ahora ya sé que estás ahí instalado para siempre.
Buenas noches, amor.
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