Meto la mano en mi interior
y te saco desgarrando mis entrañas,
te echo, te tiro, te expulso, te lanzo lejos de mí…
Y mi corazón, que está enganchado a ti,
sale detrás sin soltarse y gritando de dolor para no perderte.
Entonces doy marcha atrás y te recojo de nuevo,
te devuelvo a mi interior, te guardo, te escondo,
te tapo, te nublo, te oculto, te olvido…
Y mi corazón, que no puede vivir sin ti,
palpita con fuerza para hacerme revivir.
Y es entonces cuando decido dejarme morir un poco más
porque nada se puede hacer ante la crueldad del destino.
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