viernes, 23 de mayo de 2025

Cierro los ojos

La luz se coló por la ventana y me despertó y ahí estabas tú plácidamente dormido junto a mí.
Te estuve contemplando durante largo rato y por eso ahora cierro los ojos y aparece tu sereno rostro, posado en la almohada, frente al mío.
Cierro los ojos y tu robusto brazo me envuelve.
Cierro los ojos y tus carnosos labios rozan los míos.
Cierro los ojos y siento cada centímetro de tu piel pegada a la mía, desde la nuca hasta el talón, fundidos en un ardiente abrazo.
Cierro los ojos y tu calor me traspasa el alma.
Cierro los ojos...

Cierro los ojos... y te sueño.


miércoles, 14 de mayo de 2025

Soñé despierto

Es inútil luchar contra corriente cuando una vorágine de sentimientos me rodea, me envuelve, se pega a mi piel y me acaba penetrando.
Así que decidí dejarme caer en un sensual sueño, lleno de colores, formas, sexo, sensaciones..., en el que Morfeo no me dejaba dormir para que fuera consciente de la felicidad que estaba viviendo.

Cada momento ha sido mejor que el anterior, por el simple hecho de desearlo durante mucho tiempo. Un viaje, un paseo, un café, una mirada, una conversación, un beso, unas risas, otro paseo, un río, un abrazo, una torre, un barco y sobre todo una compañía.

Pero indudablemente me quedo con el abrazo final que me traspasó el alma.
...
¿Tal vez hubo una lágrima?

lunes, 27 de enero de 2025

Tempus fugit

Cuatro años con el folio en blanco esperando que la inspiración me dictara unas plabras.
Cuatro años en un deambular constante en busca de nuevas vivencias.
Cuatro años en los que la pluma se negaba a plasmar lo que he sentido porque, aunque podía parecer profundo, se esfumaba al poco tiempo. El deseo ha pesado más que el corazón, o quizás sea que no he permitido que el corazón intervenga, para mí fue suficente con dos veces, no quiero una tercera. Pero..

¿quién manda en el corazón?

Y lo más terrible de todo... ¿quién manda en el tiempo?
La naturaleza sigue implacabele su destino y el espíritu se rebela una y mil veces para detener el paso del tiempo, mientras, en esa incesante lucha, voy perdiendo fuerzas, al tiempo que una especie de serenidad (¿conformismo?) se va apoderando de mí.

No obstante, hay alguien que siempre llama a mi puerta y me hace sentir de nuevo que estoy vivo, que aún no se acaba, que ahora es de otra manera, pero que merece la pena seguir, que me dice que se siente muy a gusto conmigo. Y yo estoy deseando escucharlo, pero mi cabeza no deja que mi corazón palpite fuera de lo políticamente correcto
...
...
Tal vez me falta asumir completamente que los años no pasan en balde y entonces el equilibrio será perfecto.